La construcción del Templo comenzó durante el cuarto año del gobierno de Salomón ( reinó 970 - C 930). Se tardó en construirlo aproximadamente 7 años, lo que implica que debió de terminarse en el año 961
a.C. El Templo propiamente dicho debió ser un edificio largo y bastante
estrecho, orientado sobre un eje longitudinal en dirección Este-Oeste.
El edificio debió tener una longitud de aproximadamente 30 metros, 9
metros de ancho y una altura de casi 3 metros. En la fachada oriental se
construyó una escalera, junto a la puerta de la entrada. A ambos lados
de ésta se erigieron dos columnas, llamadas Jaquim y Boaz, la primera a
mano derecha de la entrada y la segunda a su izquierda. Los sacerdotes y
el rey entraban en el Templo a través de una gran puerta chapada de
oro, de aproximadamente 10 metros de alto y 4 de ancho. Trás de esa
puerta se encontraba el vestíbulo de entrada, el «Ulam». Después de este
vestíbulo, se encontraba la estacia principal, el «Hekal» o Santo,
iluminado a través de unas ventanas altas.
Después de la muerte de Salomón, el templo sufrió profanaciones no sólo
con las invasiones sino con la introducción de deidades siro-fenicias en
ciertos periodos y sólo se restauró en varias ocasiones como en los
reinados de Ezequías y Josías. Finalmente fue destruido por el rey
babilónico Nabucodonosor II en 587 a. C., que además llevó cautiva a una gran parte de los habitantes del Reino de Judá hacia tierras caldeas.
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